Wolfgang, ¿dónde se encuentra vuestro manzanar y cómo se cultiva?
Llevamos una pequeña explotación agrícola de forma paralela a nuestro trabajo principal, con un manzanar cultivado de forma ecológica en Spondigna, en el Alto Val Venosta. Yo mismo me encargo del trabajo manual como el aclareo, el mulching o la cosecha, con la ayuda de mi esposa y mis hijos. Las demás labores las realiza nuestro responsable de finca. En la agricultura ecológica, la disponibilidad constante es esencial. Por ejemplo, si hay una infección de moteado, hay que reaccionar con precisión. No existen productos ecológicos que actúen antes o después. El margen de tiempo para actuar es muy corto y no se puede decir: “hoy no tengo tiempo”.
¿Por qué habéis elegido el cultivo ecológico?
La agricultura ecológica es más sostenible y está más en sintonía con la naturaleza. En mi opinión, la biodiversidad en un manzanar ecológico es mucho más rica. Cuando encuentro nidos de pájaros o mariquitas en mis manzanos, me alegra el corazón: para mí, es la prueba de que el ecológico marca la diferencia. Cultivar de forma ecológica es una convicción que también se refleja en otras áreas de mi vida. Como ingeniero y jefe de obra, siempre he apostado por la construcción sostenible: construyo de forma responsable, y por eso también quiero cultivar de forma responsable.
¿Cuál es el mayor reto del cultivo ecológico?
También en el ecológico hay que armonizar las exigencias del mercado y de los consumidores con las prácticas agrícolas, para garantizar una buena comercialización – y eso, a veces, es un equilibrio delicado. Para mí lo importante es producir una fruta buena y sostenible. Cultivar en ecológico me hace sentir mejor conmigo mismo, con el medio ambiente, con mis vecinos y con los consumidores. Aunque los rendimientos fueran menores – lo cual no es el caso – seguiría apostando por lo ecológico.
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