Aquí, en Val Venosta,...
... la naturaleza abraza a las manzanas.
Las cultivamos en el corazón de los Alpes.
Cultivar manzanas a gran altitud es mágico porque parece que estás más cerca del sol. En Val Venosta lo sabemos bien: con una producción que se desarrolla entre los 500 y los 1000 metros, somos la zona homogénea más alta de Europa en el cultivo de manzanas.
Nuestros huertos de manzanas tienen ángeles guardianes muy especiales: los macizos montañosos de los Alpes de Ötzal y Ortler protegen todo el valle de norte a sur, evitando que las perturbaciones afecten a la cosecha.
Un verdadero paraíso de verdes, florecientes y coloridos huertos de manzanas que se extienden desde Parcines a Malles. Esta es la zona de producción de nuestras manzanas de Val Venosta.
Sin mencionar los rasgos distintivos que hacen únicas a nuestras manzanas. Cuando una manzana proviene de una zona de cultivo alpina, se nota inmediatamente.
Unas fases de vegetación más cortas y una maduración más lenta tienen como resultado su intenso sabor. Pero eso no es todo: la oscilación térmica entre el día y la noche ralentiza la división celular, haciendo que la manzana sea compacta y crujiente, y ayuda a alargar el período de almacenamiento.
En resumen, una calidad inconfundible.
Las cultivamos en el corazón de los Alpes.
Cultivar manzanas a gran altitud es mágico porque parece que estás más cerca del sol. En Val Venosta lo sabemos bien: con una producción que se desarrolla entre los 500 y los 1000 metros, somos la zona homogénea más alta de Europa en el cultivo de manzanas.
Nuestros huertos de manzanas tienen ángeles guardianes muy especiales: los macizos montañosos de los Alpes de Ötzal y Ortler protegen todo el valle de norte a sur, evitando que las perturbaciones afecten a la cosecha.
Un verdadero paraíso de verdes, florecientes y coloridos huertos de manzanas que se extienden desde Parcines a Malles. Esta es la zona de producción de nuestras manzanas de Val Venosta.
Sin mencionar los rasgos distintivos que hacen únicas a nuestras manzanas. Cuando una manzana proviene de una zona de cultivo alpina, se nota inmediatamente.
Unas fases de vegetación más cortas y una maduración más lenta tienen como resultado su intenso sabor. Pero eso no es todo: la oscilación térmica entre el día y la noche ralentiza la división celular, haciendo que la manzana sea compacta y crujiente, y ayuda a alargar el período de almacenamiento.
En resumen, una calidad inconfundible.