Ulrich, ¿desde cuándo cultivan sus manzanos y viñedos según normas ecológicas?
La conversión a la agricultura ecológica la realizó mi padre en 1996. Además de diversas variedades de manzanas, también producimos vinos ecológicos, incluyendo dos elaborados con variedades resistentes a los hongos. Con la diversidad varietal queremos adaptarnos a los tiempos y a las exigencias del mercado, porque quedarse quietos no es una opción viable en este sector.
¿Se ha vuelto más difícil el mercado ecológico?
Sí, porque la oferta ha aumentado, pero no necesariamente la disposición a pagar un precio justo por los productos ecológicos. Ya sea manzana, aguacate o chocolate: deberíamos informarnos bien sobre los productos. A menudo tenemos una idea preconcebida de cómo debe verse o saber algo, aunque eso tenga poco que ver con sus características naturales. Lo esencial no se percibe solo por su apariencia: hay que profundizar, tanto en los alimentos como en las personas.
¿Qué valor añadido ofrece la agricultura ecológica?
Para mí, las ventajas radican en una forma más suave de tratar la naturaleza y en la ejecución alternativa de ciertas tareas, como el manejo mecánico de las franjas verdes y de la vegetación del suelo. El objetivo es no estresar los sistemas naturales, sino dejarlos como están e intervenir lo menos posible – incluso cuando las condiciones naturales no se ajustan a nuestras expectativas o a los marcos ideales.
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