Mi historia
Durante mucho tiempo mi marido y yo dirigimos una pastelería en el corazón de Silandro. Como hija mayor de un fruticultor, la agricultura la llevaba en la sangre, aunque no era nada evidente que seguiría los pasos de mi padre. En el Loretzhof VI mi padre había practicado primero la ganadería y luego reestructuró poco a poco la explotación hacia la fruticultura. Gracias al entusiasmo de mi marido por la agricultura y a su reconversión de pastelero a agricultor, conseguimos juntos continuar la tradición frutícola del Loretzhof VI.
La tradición obliga. En el Val Venosta existen de hecho seis llamados “Loretzhöfe”, que el propietario original (Dr. Franz Tappeiner) donó a cada uno de sus sobrinos y fueron numerados con cifras romanas del I al VI. La palabra latina para bosque de alerces, “laricetum”, dio probablemente nombre a la casa natal de Franz Tappeiner, quien en el siglo XIX fue un médico balneario, botánico y antropólogo muy conocido, y recibió del emperador Francisco José el título de “Edler von Tappein”.
Así, casi inesperadamente, pasamos del dulce oficio de la pastelería a la labor frutal y dulce de la producción de manzanas. En los años siguientes, la formación de mi hijo Lukas supuso otro paso importante en el Loretzhof VI: respaldados por sus estudios de agricultura, pasamos a la producción ecológica. Hoy la fructuosidad y dulzura del Val Venosta se reflejan para nosotros en las variedades Golden Delicious, Gala, Red Delicious y Envy, mientras que Topaz y Bonita aportan una acidez fina y refrescante.
Además de ayudar en la finca, sobre todo en la época intensa de la cosecha, me gusta dar protagonismo a las manzanas recién recolectadas en una rica tarta de manzana, para la cual utilizo exclusivamente los huevos de nuestras propias gallinas. Que los pasteles en época de cosecha desaparezcan más rápido que las manzanas de los árboles, es algo de lo que mis hijos saben cantar un dulce estribillo. Para el consumo propio cultivamos también otros frutales – membrillos, albaricoques del Val Venosta, melocotones y nectarinas – que completan la imagen alegre y frutal del Loretzhof VI. También ellos pasan por nuestro control sensorial de calidad, mientras que, año tras año, la naturaleza del Val Venosta desempeña gustosa el papel de pastelero, regalándonos dulces frutillas.