Nuestra finca se encuentra en pleno centro del pueblo de Corces, cerca de Silandro.
Está situada justo al lado de la iglesia y de ahí deriva su nombre “Kirchhof”. En 1992 heredé la finca de mi madre. Durante muchos años cultivé las aproximadamente 2 hectáreas como actividad secundaria mientras ejercía mi profesión de hidráulico. Desde 2010 estoy jubilado, tengo mucho más tiempo y ahora me dedico con entusiasmo al cultivo biológico. Afrontar esta forma de agricultura fue un gran reto. Como ocupación secundaria nunca habría sido posible, porque cuando el prado llama, hay que estar de inmediato presente. La naturaleza no admite retrasos en lo ecológico. Como agricultor bio, sabes lo que tienes que hacer cuando ella te llama: simplemente obedecer.
Mi hijo y su familia viven en la finca, y mis nietos crecen, por así decirlo, rodeados de lo orgánico. Aún son demasiado pequeños para comprender las interacciones naturales en el manzano y también para captar los muchos retos de cada variedad, pero una cosa ya la saben: el abuelo solo cultiva lo que a él mismo le gusta, así espera la cosecha de manzanas con la misma alegría que ellos. Cuando sean mayores, los familiarizaré con las particularidades de nuestras variedades. Comprenderán que con nuestros manzanos Gala a menudo debo enfrentarme a las heladas, porque la plantación se encuentra en una hondonada donde el frío se acumula. Admirarán el magnífico color del Pinova, cuyos árboles crecen especialmente bien en altura, por encima de los 950 metros. Y de las Golden Delicious, que aquí tienen la suerte de madurar en la ubicación privilegiada de los prados de Corces, admirarán la mejilla roja. Les explicaré que esta solo aparece cuando las diferencias de temperatura entre el día y la noche se dan en el momento justo a principios de otoño. Si llegan demasiado pronto, la manzana aún está verde y el color desaparece antes de la cosecha; si llegan demasiado tarde, el rojo ya no alcanza a desarrollarse antes de recolectar.
Cuando me imagino cuántas preguntas me harán mis nietos con su curiosidad inagotable, me alegra que mi hijo Martín me apoye de vez en cuando en dar forma a la vida de la finca y que ya tenga preparadas algunas respuestas. Porque para que los niños crezcan con mucho conocimiento, hay que estimular y satisfacer su curiosidad. Espero con ilusión esta apasionante tarea.
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