En el “Rungghof” familiar, en el Alto Val Venosta, durante mucho tiempo se practicó la ganadería. Como carnicero de formación, todavía hoy crío con pasión lechones jóvenes. La elaboración del speck se confía después a un servicio externo. También cultivamos patatas y col fermentada para el consumo propio. Hoy, sin embargo, el “Rungghof” vive sobre todo del cultivo de sanas manzanas ecológicas del Val Venosta, en las variedades Golden Delicious, Pinova, Stark Delicious, Jonagold y Bonita. Quizás pronto se sume también la variedad Natyra.
Ya en los años 90 del siglo pasado teníamos en la finca las primeras plantaciones de manzanos. La elección del lugar adecuado para cada variedad era – y sigue siendo – cada vez más importante. En los prados del fondo del valle y sobre todo junto a las zonas húmedas, el riesgo de infección por moteado es bastante alto. Allí hay que observar con especial atención cuándo es necesario proteger las plantas y actuar rápidamente. Para mis Golden Delicious es ideal un prado en pendiente: el rocío escurre bien, se seca mejor y la calidad de esta variedad delicada es aquí especialmente alta. En cambio, en el valle la niebla se queda estancada en ciertos meses y esos prados exigen aún más cuidados para obtener la mejor calidad posible.
Junto con mi hermano también criamos algunas ovejas, cabras y terneros. Esta diversidad de animales en la finca ecológica me divierte, aporta mucha variedad y se integra bien en la biodiversidad del propio manzanal. Desde hace años aumentan los nidos de aves naturales, construidos por machos trabajadores para impresionar a las hembras. Completo esta actividad con cajas nido artificiales para pájaros cantores menos constructores, y las limpio regularmente – ya que suelen ser demasiado perezosos para hacerlo ellos mismos. Así les queda más tiempo para controlar lombrices, ácaros y otras plagas de los manzanos. La presencia de tantos polluelos y huevos en el prado es para mí prueba de lo bien que se sienten los animales incluso en este mundo creado por el hombre. También los pájaros buscan caminos cortos: si anidan en mi prado, significa que su alimento no puede estar lejos. Tanto si el manzanal está en una ribera cerca del arroyo, junto a prados de forraje o cerca del bosque, observo en estos ecosistemas una gran diversidad genética – y eso es una gran alegría. Como agricultor ecológico me siento además comprometido con su conservación.
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