Mi historia
Andreas, ¿dónde está ubicada vuestra finca y cuándo decidiste apostar por el cultivo ecológico?
Nuestra finca, el Niedermair-Hof, se encuentra en la colina de Tabland, un fértil cono de aluvión a los pies del monte Nörderberg.
Al principio cuidaba los manzanos junto con mi padre, y en 2020 tomé las riendas del negocio.
Poco antes, habíamos decidido juntos dar el paso hacia el cultivo ecológico. Hablamos mucho sobre los pros y los contras, y finalmente nos atrevimos a dar ese paso.
¿Qué te resulta desafiante en el cultivo ecológico y qué es lo que más te gusta?
La agricultura ecológica requiere mucho trabajo manual y un gran cuidado, pero eso me viene bien: prefiero trabajar con las manos que con tractores y máquinas.
En el cultivo ecológico, primero hay que entender bien todas las relaciones en el sistema, para poder tomar decisiones acertadas.
Hay que experimentar mucho y observar qué funciona, porque no hay una receta fija.
Por ejemplo, tenemos que detectar la presencia de plagas muy pronto, para poder actuar de forma suave. Los márgenes de tiempo para actuar son mucho más cortos.
Lo más bonito, para mí, es la cosecha en otoño: ver lo que uno ha logrado con sus propias manos es una verdadera satisfacción.
Tienes varias cajas nido en tus manzanos. ¿Por qué?
He construido yo mismo las cajas nido y las he colocado en los árboles para ofrecer refugio a abejas silvestres y abejorros.
Confío mucho en estos insectos para la polinización de las flores del manzano: las abejas silvestres están activas antes en la temporada y trabajan incluso con mal tiempo, mientras que las abejas melíferas solo vuelan a partir de los 10 grados.
También me parece importante dejar crecer las plantas en los huertos hasta que hayan florecido por completo.
¿Qué significa para ti el cultivo ecológico?
Para mí, el ecológico es también una apuesta por la diversidad.
Creo que los agricultores deberíamos volver a cultivar con más variedad, como se hacía hace 30 o 40 años.
Además de productos principales como la manzana, también deberíamos volver a plantar más hortalizas, peras o patatas.
Esta diversidad favorece tanto a la tierra como a la naturaleza.
El cultivo ecológico piensa en el mañana, y así podemos ofrecer una agricultura sostenible también a las futuras generaciones.