Bernhard, ¿qué te llevó a convertirte a la agricultura ecológica?
Principalmente mis dos hijas adultas y mi hijo. Me dijeron: si seguimos adelante, que sea en ecológico.
Así que pasé al cultivo ecológico y encargué a un gestor que se ocupara de los temas burocráticos.
Yo mismo cuido los árboles de manzanas, peras y albaricoques – es una forma estupenda de desconectar del trabajo de oficina.
Especialmente los albaricoques suponen un gran reto y requieren mucho trabajo en ecológico.
Pero estoy contento de haber dado ese paso y no quiero volver atrás.
¿El cultivo ecológico ha cambiado tu forma de ver las cosas?
Sí, el trato con la naturaleza cambia en ecológico.
Ahora presto más atención a todos los habitantes del huerto: insectos, escarabajos, lagartijas. Pienso más en el conjunto y en el futuro.
Y este cambio mental también se nota en lo cotidiano: por ejemplo, al comprar alimentos, ahora me fijo más en su origen y cómo fueron producidos.
¿Qué te da especial alegría?
Cuando regalo a mis hijos una caja de nuestras manzanas ecológicas, sé que les estoy dando algo bueno y saludable.
Este año comimos las últimas manzanas del año anterior en mayo – su conservación fue perfecta.
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